La forma y el contenido de la democracia

La forma y el contenido de la democracia
"Pero si la democracia como forma ha fracasado, es, más que nada, porque no nos ha sabido proporcionar una vida verdaderamente democrática en su contenido.
No caigamos en las exageraciones extremas, que traducen su odio por la superstición sufragista, en desprecio hacia todo lo democrático. La aspiración a una vida democrática, libre y apacible será siempre el punto de mira de la ciencia política, por encima de toda moda.
No prevalecerán los intentos de negar derechos individuales, ganados con siglos de sacrificio. Lo que ocurre es que la ciencia tendrá que buscar, mediante construcciones de "contenido", el resultado democrático que una "forma" no ha sabido depararle. Ya sabemos que no hay que ir por el camino equivocado;
busquemos, pues, otro camino"

J.A.P.R 16 de enero de 1931

lunes, 26 de diciembre de 2016

El Fraude de la Democracia de Partidos.

La Manipulación de la Democracia Inorgánica de Partidos.




Según la versión de la ideología liberal si los cargos electos “lo hacen mal” el pueblo reaccionaría apartándoles del poder y poniendo a otros que lo “harían bien” como si todas las situaciones creadas por los políticos fueran reversibles.

Este infantilismo no se cumple en la realidad de los hechos y las situaciones irreversibles originadas “democráticamente” no son susceptibles de corrección mediante los mismos mecanismos electorales que las han creado.

La democracia inorgánica de partidos es un sistema fallido que se publicita así mismo como la expresión de la voluntad de la mayoría cuando realmente se trata de un mecanismo de manipulación de masas a través de los medios de comunicación que crea espejismos y necesidades ideológicas que el pueblo no siente y que parten de grupos económicos de poder muy minoritarios pero fuertemente ideologizados.

Lo cierto es que la democracia actual impone doctrinas propias de minorías fanatizadas aunque sea a costa de reeducar a los votantes para que las asimilen como propias. Creando en el electorado nuevas necesidades artificiales que no formaban parte de sus reivindicaciones. Un claro ejemplo son la legislación de género y la ley de memoria histórica puesto que ambas son impuestas desde arriba y no solicitadas por el pueblo.




Teoría de la Creación de Situaciones Democráticamente Irreversibles.

 

"Las situaciones sin salida no nacen con naturalidad de la voluntad popular sino que se construyen con el tiempo por la incompetencia y la negligencia de las instituciones del Estado".

"La democracia inorgánica de partidos genera situaciones irreversibles impuestas por minorías que No pueden corregirse desde sus propios principios liberales mediante la voluntad popular de la mayoría".

"Estas situaciones irreversibles solo pueden subsanarse sustituyendo el tablero del juego democrático y sus normas por otras más honestas y representativas del sentir mayoritario" 

Por otra parte, como es bien conocido, el liberalismo a caido en barrena y pierde terreno en las naciones más desarrolladas, e incluso comienza a perder enteras a las principales potencias mundiales, debido a su inhibición ante los problemas de la sociedad ocasionada por su propia filosofía política de "dejar hacer" "dejar pasar". Es decir, pasar de los problemas de los sectores economicamente desfavorecidos cargando sobre ellos todo el peso de la "recuperación" económica en lugar de hacerlo sobre las estructuras políticas privilegiadas e hipertrofiadas del Estado que resultan no solo inútiles por duplicadas o costosas sino por dañinas y canallas para el bien común.

Con la finalidad de ocultar su propia culpa la izquierda política y el separatismo han coincidido en encontrar un "chivo expiatorio"  a quien culpar de las traiciones e incompetencia de todos los políticos del Sistema. Mariano Rajoy es culpable de poner rostro barbado al Liberalismo Económico y en consecuencia no es ni más ni menos culpable que todos los demás políticos.
 

 

- El Separatismo. 



Es el mejor ejemplo de una situación creada por dejación de las obligaciones para con la comunidad, que constituye la patria, por parte de la casta política liberal que nos conduce a una situación no reversible mediante los mecanismos propios de la partitocracia.

Es algo a lo que se llega por una supuesta “voluntad popular”, de la que se podría hablar largo y tendido, pero que una vez suceda ya no se admite dicha “voluntad popular” como una posibilidad de revertir la situación creada sino que se sustituye por la reeducación identitaria del pueblo en la nueva realidad nacional reducida y represiva. 

Es decir que mediante una nueva legislación totalitaria se doblegará la voluntad popular hasta que coincida con los hechos consumados de un nuevo Estado independiente.

La “democracia” entonces deja de ser algo importante a tener en cuenta y todos los supuestos males de que se acusaba a la metrópoli se convierten en las virtudes de la nación recién constituida.

De ninguna manera permitirán que una de sus provincias se independice de la nueva nación y mucho menos les transferirán ningún tipo de competencias que puedan llevar a ello. Esto es así porque se trata de los medios que la propia casta separatista ha utilizado como arma constructora de su propia independencia y no van a permitir que otros hagan lo mismo.

Entonces, en un alarde de cinismo, los valores que se cultivarán serán precisamente aquellos que antes despreciaban: El Patriotismo, La Unidad Nacional, La Unificación de la Enseñanza, La Lengua Nacional Única, La Censura, La Dictadura (de Izquierdas), La Economía Controlada y Dirigida e incluso la Pureza de la Raza y la idea de Imperio por la necesidad de ampliación de sus territorios o áreas de influencia. La Censura realizada mediante el control de casi todos los medios de comunicación es ya una realidad en las regiones mas separatistas (Pregúntese el lector cómo permite un estado que todos los medios de comunicación de una región terminen en manos separatistas).

La historia nos demuestra que tras el triunfo de un separatismo la represión ideológica, a menudo tiránica, hacia una parte disconforme de la población que en ocasiones ha sido mayoritaria, constituye el cimiento sobre el que se construyen las naciones nuevas.

Los separatistas sí que ejercerán, porque siempre ha sido así, los mecanismos dictatoriales que tanto rechazaban cuando provenían de la nación preexistente.

Mientras tanto el Pueblo español continúa votando a los culpables que son ni más ni menos que toda la casta política con representación parlamentaria.

En nuestro proyecto teórico de Democracia Orgánica no existirían estructuras fomentadoras de la insolidaridad patológica. La traición a la comunidad y a la Patria sería un delito y no un derecho individual como sucede en el liberalismo.

- Al Bienestar por el Endeudamiento.


Como bien sabemos los españoles las políticas liberales y especialmente los gobiernos de izquierdas recurren a niveles criminales de endeudamiento con tal de mantener la apariencia de un falso Estado de Bienestar que pueda garantizar al partido gobernante la victoria en las siguientes elecciones.

Lo que ocurra a largo plazo les importa un bledo.

No existe un mandato constitucional que criminalice este endeudamiento delictivo.

En nuestro proyecto de Democracia Orgánica sí que existirían criterios matemáticos proporcionales establecidos en la propia Constitución o Leyes Fundamentales del Estado que lo harían imposible.

- El Capitalismo no nos sirve para nada: Desmantelamiento y Deslocalización Industrial.


Quienes idearon la transición recurrieron a vender unos bienes industriales que pertenecían a todos los españoles para financiarla. Esta práctica continuó durante los sucesivos gobiernos económicamente fracasados que solo fueron capaces de crear un falso espejismo de riqueza mientras entró dinero procedente de Europa.

La venta de nuestras mayores industrias es otro ejemplo de Situación Irreversible.

Por otro lado el capital, libre de ataduras estatales, siempre se marchará a lugares con legislaciones sociales laxas y mano de obra barata. Concretamete a Asia.

Cuando invierten en españa suelen hacerlo para parasitarnos aún más en lugar de crear riqueza productiva.

Por ejemplo las principales fábricas de automóbiles  que existen en españa son las que se instalaron durante el Régimen de Franco a través de sociedades mixtas con un 50% de capital español como FASA-Renault, Citroën, Mercedes-Benz, SANTANA-Land Rover (Luego Suzuky y ahora cerrada). Proyectos privados nacionales com Motor Ibérica (ahora Nissan), R.O.A. y Barreiros (que pasó a Chrysler,y luego a Peugeut), o bien proyectos estatales como SEAT que fue vendida a Volkswagen y ENASA, tal vez la más importante, ahora propiedad de Iveco.

En 40 años el actual sistema democrático de partidos todavía presume de haber traído a Ford y Opel. Lo que no nos cuentan es que la crisis de la transición destruyó grandes industrias automobilísticas en España como Avia (Aeronaútica Industrial) y otras.

Por lo tanto el capitalismo, al igual que el marxismo, no nos sive para nada y mucho menos para prosperar. Una realidad que debemos asimilar.

En nuestro proyecto de Democracia Orgánica el Estado debe intervenir directamente en la creación de nuevos polos de desarrollo allí donde sean necesarios para, una vez consolidadas las industrias, cooperativizarlas recuperando la inversión para su reinversión en nuevos proyectos.




Ley de la Tendencia Oligárquica de los Partidos (Ley de Hierro de la Oligarquía). 

 


Fue formulada por Robert Michels aunque conceptualmente Alfredo Brañas se le había adelantado:

"Esa democracia tiende por su naturaleza especial, a la oligarquía, al gobierno tumultuoso y desordenado de los partidos o facciones, a la exaltación de los audaces, a la repartición de la administración regional y local entre uno o varios caciques"
A. Brañas: Discurso en el banquete regionalista 1880

La obra principal de Robert Michels es "Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna", publicada en 1911, que es un análisis sociológico de la dinámica evolutiva de la organización interna del Partido Social-Demócrata alemán (SPD), al que el autor estuvo intensamente vinculado durante varios años.

La obra tiene por objeto el estudio sociológico de la emergencia del liderazgo, la psicología del poder y las tendencias oligárquicas de la organización, que es, precisamente, el subtítulo de la edición inglesa de esta obra. En ella se encuentra toda su argumentación sobre la imposibilidad de un funcionamiento auténticamente demócratico de los partidos políticos de masas en las sociedades contemporáneas, por la vigencia en ellos de lo que denomina la ley de hierro de la oligarquía, que se concreta en la siguiente afirmación: 

"La ley sociólogica fundamental... puede formularse más o menos así: la organización es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegantes. Quien dice organización dice oligarquía."
Por una parte, Michels mantiene que la organización es el único medio existente para poder llevar a cabo una voluntad colectiva en la sociedad de masas; sin ella no existe la posibilidad de que una acción común llegue a alcanzar fines concretos, a no ser que se elijan los métodos adecuados para ello:
"La democracia no se concibe sin una organización y toda organización requiere una especialización en las tareas, una distinción entre los dirigentes y los dirigidos..... El principio de la organización es condición absolutamente esencial para la lucha política de masas."

Michels recoge de Weber la idea de que la sociedad contemporánea es la sociedad de las organizaciones, por lo que los grandes conglomerados humanos necesitan de una determinada estructura organizativa para poder actuar en todas las esferas de la vida pública, política o social. Por consiguiente, la organización se convierte en el objeto de estudio central para comprender la naturaleza de estas sociedades. Si en ellas se encuentra como elemento necesario el surgimiento del liderazgo, es decir, de la dominación de la minoría, piensa Michels, se podrá demostrar definitivamente la imposibilidad de una forma de gobierno democrática dentro de tales organizaciones y, por extensión, en toda la sociedad. La elección del partido socialdemócrata alemán, que es el ejemplo que elige para probar su argumentación, obedece no sólo al profundo conocimiento que de él tiene el autor, sino también a su compleja evolución ideológica. Al mismo tiempo, Michels pretende negar la viabilidad del socialismo, puesto que en su obra, como en la corriente principal de la socialdemocracia, democracia y socialismo se encuentran indisolublemente unidos. El punto inicial de toda la argumentación se encuentra resumido en la siguiente afirmación:

"Toda representación partidaria representa un poder oligárquico fundado sobre una base democrática."

Las formas oligárquicas son consustanciales a toda organización, incluso a aquellas, como es el caso de los partidos socialistas democráticos, cuya sedicente razón de ser estriba precisamente en la superación de tales formas oligárquicas.

Ello obedece, dice Michels, a dos tipos de causas: unas, psicológicas y otras, técnicas. Entre las causas psicológicas, apunta Michels que, en primer lugar, depende de la psicología de las masas, que son "constitucionalmente incapaces de gobernarse" y que adolecen de una inmadurez objetiva y de una incurable incompetencia.  

La masa necesita contar con líderes en los que apoyarse y anhela reconocer su superioridad. 
Por ello, la dominación de los líderes no es algo impuesto a las masas, sino que existe un alto grado de aceptación e incluso de necesidad por parte de éstas, lo que planteará considerables problemas para su recambio. 

Como más adelante lo hará uno de los fundadores de la prestigiosa Escuela de Frankfurt, el importante sociólogo alemán T.W. Adorno, Michels parece compartir la contundente y pesimista tesis del fundador del psicoanálisis, Sigmung Freud, respecto al funcionamiento de la psicología grupal.

Para Adorno “el grupo desea ser gobernado por una fuerza ilimitada, siente una pasión extrema por la autoridad; en expresión de Le Bon, tiene sed de obediencia. El padre primordial es el ideal del grupo y éste gobierna el ego en sustitución del ideal del ego.”
La masa es, además, esencialmente conservadora y por ello asegura más y más a la minoría dirigente en sus puestos directivos.

De ahí que Mosca se plantee problemas similares a los de Pareto en relación con la
circulación de las élites. En cuanto a la conformación de la minoría dirigente, señala
Michels que:

"Con la institución del liderazgo comienza, como consecuencia de lo prolongado de la función, la transformación de los líderes en una casta cerrada."

No existe, pues, un acceso consciente y deliberado al poder por parte de un grupo minoritario, oligárquico, dentro de la organización. En el caso de los partidos políticos, los miembros de la minoría acceden a posiciones de preeminencia al ser elegidos democráticamente por la mayoría. Es posteriormente cuando sufren un proceso de transformación psicológica que da lugar a a que la representación se convierta en concentración permanente del poder en manos de esa minoría:

"Cuando en cualquier organización la oligarquía ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan a identificar consigo mismo, no sólo las instituciones partidarias, sino también la propiedad del partido. Este fenómeno es común tanto en el partido como en el Estado."

Las características psicológicas de los individuos que desempeñan puestos de liderazgo hacen que éstos tiendan a afianzarse en sus puestos, al tiempo que se produce una creciente confusión entre los fines de la organización y los de su propia supervivencia.
Como dice Michels:

"El burócrata se identifica completamente con la organización, y confunde sus propios intereses con los de ella. Toma toda crítica objetiva como una afrenta personal. Esta es la causa de la incapacidad evidente de todos los líderes partidarios para prestar una atención serena y justa a las críticas."


La transformación psicológica del liderazgo -un concepto que en Michels incluye no sólo a los líderes, sino también al aparato burocrático del partido- supone el fin evidente de toda posibilidad democrática dentro de la organización. Dicha transformación implica tanto el aumento de distancia que separa a los líderes de la masa, como también impone un sello conservador a las actuaciones de los primeros, lo que supone un inevitable deslizamiento hacia el reformismo de los partidos socialistas. Se produce, pues, una moderación paulatina de los objetivos políticos del partido que supone el fin de la senda revolucionaria y, en consecuencia, el fin de toda posibilidad práctica de triunfo del socialismo. 

Por otra parte, el hombre individual, según Michels:
 
"...está abocado por naturaleza a ser guiado y a serlo tanto más cuanto que las funciones de la vida social se subdividen más y más." 

Además, los gobernados alimentan constantemente las tendencias autocráticas de los líderes, mediante el "culto a la veneración de los líderes" que practican y la gratitud política que manifiestan ante ellos. Por lo demás, la oligarquía es asimismo el resultado del "ansia de poder" que tienen los líderes. Michels parte del supuesto de que toda minoría actúa conforme a la lógica del auto-interés. Así, el interés personal de los líderes en conservar una posición de poder y privilegio les lleva a identificar sus propios fines personales con los fines de la organización, lo que produce no sólo la citada tendencia al conservadurismo, sino también a la desmovilización social y a la instrumentalización de la ideología de la organización en su propio beneficio. 
Para Michels está claro que las masas no se rebelan sin líderes. Pero los líderes, una vez que han tomado el poder con el apoyo del pueblo y en nombre del pueblo, se separan de él, se convierten en una casta relativamente cerrada y más preocupada por su propio ascenso social que por una verdadera transformación social. La lucha entre élites, por lo demás, nunca termina con la total derrota de una de ellas. Como el propio Michels señala: 

"el resultado del proceso no es tanto una circulación de las élites -como sostiene Pareto-,
cuanto una reunión de las élites, una amalgama de élites." 

Resulta, por tanto, inútil aspirar, con Marx, a una eliminación de las desigualdades sociales, ya que en el mismo proceso revolucionario que supuestamente conduciría a su eliminación, se generan las causas de nuevas y trascendentes desigualdades, que impedirán realizar en la práctica tales cambios. Puesto que el surgimiento de nuevos líderes hace degenerar al movimiento socialista en un nuevo sistema de desigualdades, una vez que se ha accedido al poder y se ha instaurado la nueva casta de burócratas.

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